El Tríptico Portinari, obra maestra del Renacimiento norteño y una de las obras imperdibles de los Uffizi
Al visitar los Uffizi, el templo de la pintura en Italia que, por sus famosas obras maestras del Renacimiento, es el museo más visitado de Florencia, occurre que aquellos que tienen un conocimiento mínimo de la inmensidad de las colecciones de la galería sienten la necesidad de hacer un selección y, por tanto, preguntarse cuáles son las obras ‘imperdibles’ que ver en los Uffizi, sobre todo si dispone de poco tiempo.
Asumiendo que es completamente subjetivo hacer una elección entre qué ver y qué no ver en un museo, se puede decir en general que quien ingresa a los Uffizi por primera vez, además de obviamente no tener que excluir los famosos cuadros de Botticelli, Leonardo, Rafael, Miguel Ángel y Caravaggio, lo que debe hacer es también echar un vistazo a obras maestras que son igualmente notables aunque no tan famosas; entre estas, hay pinturas que se desvían de la corriente convencional del Renacimiento italiano, como el Tríptico Portinari.
Inmediatamente después de las salas dedicadas a Botticelli – el pintor más presente en el museo florentino y de que está presente con su Venus – en la sala número 15 hay, a la izquierda, en la pared que da la entrada a la reciente reabierto Terrazzo delle Carte geografiche, un Natividad con personajes adoradores distribuidos en tres grandes paneles, por lo que la obra es más conocida como el Tríptico Portinari, por el nombre de la familia encargante.
Pintada en la localidad belga de Brujas a partir de 1473 por el pintor Hugo Van Der Goes, la obra lleva el nombre de una familia florentina debido a un encargo que tuvo lugar en circunstancias particulares.
El Tríptico Portinari, Hugo Van der Goes, 1478, Galería de los Uffizi
Una familia florentina operante en las Flandes
Así como puede parecer extraño que la pintura difiera en la forma y en el estilo que se ha encontrado en las salas hasta ese momento, en el que se documenta la manera florentina, puede resultar sorprendente saber que la presencia anómala en un contexto florentino de una pintura norteña se le debe a la familia Portinari. En aquel tiempo, el miembro principal de la familia fue Tommaso Portinari, un agente comercial de fianza colocado en la administración del banco Medici en Brujas, por lo que, como muestra de prestigio, se encargó la colocación del tríptico en la capilla de la familia en el iglesia local de Santiago.
Detalle del zueco junto a la figura de San José adorando, Tríptico Portinari
La simbología de los objetos representados
Sin embargo, si ese encargo formaba parte de un filón bastante tradicional, como lo demuestra la iconografía del cuadro que muestra a los santos protectores de los mecenas en las dos puertas laterales junto a los retratos de los propios mecenas (Santo Tomás, San Antonio, Santa Margarita y Santa María Magdalena), debes saber que el gran encanto de esta pintura – por eso se puede contar entre las obras imperdibles en los Uffizi – es el simbolismo que se esconde detrás de algunos de los objetos representados. .
Así, como pequeños fragmentos de naturaleza muerta, nos encontramos junto a un zueco representado individualmente junto al cual vemos un jarrón que tiene en su interior azucenas, claveles y aguileñas: estos son elementos ligados a la sacralidad del lugar donde se desarrolla la escena, al igual que la fanega de trigo que siempre encontramos aquí y que se refiere a la ciudad donde tuvo lugar el nacimiento de Jesús. Este nacimiento, predicho a María por el ángel, trae inevitablemente también un mensaje de muerte, por lo que el niño colocado en el suelo – donde recibe la adoración de la Virgen, los ángeles y los pastores – tiene un aspecto bastante inquietante.
Detalle del jarrón con flores y una fanega de trigo
La desproporción entre la figura de la Virgen y la de los demás personajes parece obedecer todavía a una clasificación jerárquica que se veía entre los pintores italianos del siglo XIV.
Detrás de este grupo de personas se levanta un edificio en cuya portada está representada la lira, uno de los instrumentos musicales más importantes de la antigüedad e incluso de la Edad Media. La importancia de este objeto representado está enlazada al papel que asume el edificio en la economía del mensaje bíblico y que encuentra cumplimiento en la encarnación del hijo de Dios. Sobre la ventana hay dos palomas, también interpretadas como valor simbólico particular.
Los que aquí se describen son solo algunas de las muchas sugerencias que esconde el Tríptico Portinari: muchos otros detalles esperan ser revelados (entre todos, la ‘extraña’ iconografía de las santas María Magdalena y Margarita en el panel derecho del tríptico); Por su riqueza de detalles y su aspecto ‘exótico’ en comparación con la manera florentina, esta estupenda obra del Renacimiento flamenco es una de las obras imperdibles de los Uffizi.
Al venir a descubrir el museo florentino conmigo en una visita guiada, veremos qué más se esconde detrás de esta obra maestra ⟢