Uno de los museos para visitar en Siena
Sucede – y sucedió sobre todo en la dinámica pre-Covid – que en una realidad como la de Siena, los espacios cada vez más promocionados para el turismo son aquellos destinados a mantener la imagen de la ciudad como soberbio y deslumbrante ejemplo de la así dicha civilización municipal, entendiéndose que obviamente Siena tiene lo que se necesita para ser representada de esta manera. Esto se ha traducido, en pocas palabras, en la publicidad casi exclusiva de lugares como la Piazza del Campo y el Duomo.
Quizá me parezca muy terco si aun ahora, en medio de la espera de un reinicio – que ojalá siga siendo bajo la bandera de una oferta turística alternativa a las masificaciones previas a la pandemia – sigo de manera un tanto desesperada promocionando los lugares en Siena desconocidos para los turistas y, en algunos casos, incluso para los propios sieneses. Hay muchos lugares fuera de lo común (este es también el título de una columna promovida junto con mi colega Ambra durante los últimos cierres de invierno) que merecen ser conocidos y en eso son precisamente «fuera de lo común» tanto porque son fuera de las rutas comerciales comunes y porque no tienen nada que envidiar a los destinos más famosos.
San Jorge y el dragón, Sano di Pietro, 1440-50, Museo diocesano Oratorio di San Bernardino
Uno de estos lugares, tan queridos para mí e incluso físicamente alejados de las trayectorias convencionales de visitas, es el Oratorio de San Bernardino con el Museo Diocesano contiguo, uno de los museos que visitar en Siena.
Celebrando hoy la fiesta del santo sienés a quien está dedicado – y que jugó un papel tan importante en el siglo XV tanto para la espiritualidad como para la dinámica política y social de la ciudad –, quiero recordar el oratorio como lugar de gran belleza, pequeño en tamaño pero amplio en su monumental gama de novedades para la historia del arte sienés. Con una situación paralela que por la riqueza de encargos que podíamos encontrar en ese momento sólo en la Catedral, en el Oratorio de San Bernardino, a principios del siglo XVI se reunieron dos grandes maestros del Renacimiento sienés: Sodoma y Beccafumi.
Los dos artistas se convirtieron en portavoces de un lenguaje completamente renovado, también gracias a sus experiencias de formación que les habían llevado a adoptar las innovaciones estilísticas que ya se habían adoptado fuera de Siena.
Allí entonces que Beccafumi había visto algo de los florentinos, pero aún más había hecho Sodoma, que trajo a Siena la gracia reelaborada de Rafael y que supo modular sabiamente también a partir de su formación juvenil basada en la observación de la pintura de Leonardo en Milán.
La rivalidad entre Sodoma y Beccafumi
El ciclo que prepararon dentro del Oratorio de San Bernardino, uno de los museos que visitar en Siena, está dedicado a las historias de Virgen, en cumplimiento de los deseos de los patronos del Oratorio de San Bernardino que formaban parte de una confradía.
Lo que pasó en esa comisión, en la que Sodoma logró ganar muchas más escenas que su rival Beccafumi, es una historia por momentos divertida que merece ser contada. La visita del oratorio puede ser incorporada a una visita de la ciudad de Siena o junto a un tour de la Catedral ⟣