Masaccio y la Capilla Brancacci: 600 años desde la realización de los frescos de Masaccio

Los 600 años de la Capilla Brancacci

El año 2025 marca un aniversario importante para la historia del arte: se cumplen seiscientos años desde la creación de los frescos de Masaccio en la Capilla Brancacci, un lugar que puede considerarse de culto para los apasionados del arte del primer Renacimiento florentino.
Situada en el interior de la iglesia de Santa Maria del Carmine, en el barrio de Oltrarno, la capilla ha constituido siempre un punto de referencia cronológico fundamental gracias a sus frescos, iniciados por Masolino da Panicale en 1424 y continuados por Masaccio a partir de 1425.
Estas pinturas representan una piedra angular no solo del Renacimiento, sino también de la evolución de la pintura occidental. Masaccio, cuyo nombre verdadero era Tommaso di Ser Giovanni di Mone Cassai (1401-1428) – nacido en San Giovanni Valdarno –, logró revolucionar la concepción pictórica de su tiempo mediante la introducción de una técnica innovadora y de un lenguaje figurativo que influiría en generaciones de artistas.
Este breve artículo se propone analizar el papel clave de Masaccio en el proceso de renovación artística y el significado de sus frescos para la comprensión del Renacimiento florentino.

Palabra clave: Perspectiva


Uno de los aspectos más significativos del estilo de Masaccio es su dominio de la perspectiva, que tradujo en imágenes de gran fuerza expresiva y rigor compositivo. La perspectiva representaba una novedad de gran alcance en aquellos años, dado que poco tiempo antes sus reglas matemáticas habían sido codificadas por Filippo Brunelleschi, el célebre arquitecto cuya fama está indisolublemente ligada a la construcción de la cúpula de Santa Maria del Fiore.
Antes de esta importante innovación – y de su aplicación por parte de Masaccio en la pintura –, el arte de pintar mostraba una mayor esquematización, aunque ya en el siglo XIV algunos artistas demostraron ciertos conocimientos en esta área, aunque con evidentes diferencias.
Un elemento esencial que comenzamos a observar con Masaccio es el uso de un único punto de fuga, que permitía una organización espacial capaz de favorecer la profundidad y la ilusión de un espacio tridimensional continuo. Esto se manifiesta claramente en la célebre Trinidad de la iglesia de Santa Maria Novella, mientras que en la Capilla Brancacci el artista se atreve a crear espacios que trascienden las arquitecturas para abrazar también el paisaje.

La Capilla fue encargada por la familia Brancacci y conserva un ciclo de frescos que narra episodios de la vida de San Pedro. La contribución de Masaccio, quien como se ha señalado continuó el trabajo de Masolino da Panicale, resulta de importancia fundamental: el joven artista introdujo figuras imponentes y sólidas, renunciando a todo tipo de ornamento, como dorados o el lujo en los vestidos de los personajes.
Aunque el ciclo de frescos ofrece una serie de escenas que permiten al observador reflexionar sobre las novedades introducidas por el pintor de San Giovanni Valdarno, la escena más emblemática es El Tributo de la moneda, donde el artista representa con increíble verosimilitud el momento en que Cristo, rodeado de los apóstoles, ordena a Pedro pescar el dinero necesario para pagar un tributo.
La disposición de los personajes alrededor de un claro punto de fuga crea un sentido de unidad espacial, mientras que el uso de la luz y de la sombra – que modela los cuerpos con gran naturalismo – rompe con la idealización típica del arte gótico.

El realismo de Masaccio fue percibido como una auténtica revolución: demostró que las reglas matemáticas de la perspectiva podían utilizarse para conferir veracidad anatómica y solemnidad espiritual a las figuras sagradas, sin menoscabar el componente devocional de la obra. Sus figuras poseen cuerpos volumétricos y rostros intensos, haciendo que los episodios sagrados resulten plenamente adherentes a la realidad humana, en una clara referencia al modelo ideal anterior, es decir, el arte de Giotto.
El impacto de las innovaciones pictóricas de Masaccio fue enorme: numerosos artistas, entre ellos el más célebre, Miguel Ángel, se formaron o hallaron inspiración ante los frescos de la Capilla Brancacci, reconociendo su valor revolucionario.

 

Importantes mensajes ocultados detrás de la escena del Tributo

Celebrar hoy el seiscientos aniversario de estos frescos significa reconocer cómo Masaccio sentó las bases de la pintura renacentista, elevándola a instrumento de investigación racional y de representación verosímil del mundo. Su aplicación rigurosa de las reglas de la perspectiva y su atención a la representación anatómica marcaron convencionalmente el paso de la pintura tardo-gótica a la renacentista, dando inicio a un recorrido de innovaciones que continuaría desarrollándose con artistas como Fra’ Angelico y Andrea del Castagno.
En definitiva, la Capilla Brancacci sigue siendo, seis siglos después, un monumento imprescindible para el estudio y la comprensión del Renacimiento y de la evolución del lenguaje pictórico italiano.

Sin embargo, los frescos de la Capilla Brancacci no son importantes únicamente por señalar el «inicio» de la pintura perspectívica, sino también por expresar, mediante los gestos y las historias representadas, conceptos y mensajes de gran relevancia, de los cuales los comitentes se hicieron portavoces en un contexto históricamente significativo para Florencia en aquellos años.
A través de una visita guiada a la capilla, podrás descubrir toda la importancia de los frescos de la Capilla Brancacci en el contexto artístico y político de la Florencia del primer siglo XV.