Una hoya de la Catedral de Siena: la Vidriera de la Asunción de la Virgen

Se trata de una obra extraordinaria, que mide seis metros de diámetro, diseñada por el gran pintor senés Duccio di Buoninsegna, entre el 1287 y el 1289/90. Fue realizada concretamente por maestranzas expertas en la técnica del vidrio, de probable origen alemán. La vidriera se encuentra dividida en cinco recuadros y cuatro ángulos; los tres recuadros del plano vertical representan los episodios conclusivos de las Historias de la Virgen: Dormición, Asunción al cielo e Incoronación.

Si tratta di un’opera straordinaria, che misura 6 metri di diametro, disegnata dal grande pittore senese Duccio di Buoninsegna tra il 1287 e il 1289/90 è realizzata concretamente da maestranze esperte nella tecnica vetraia, di probabile origine tedesca . La vetrata è divisa in cinque riquadri e quattro angoli; i tre riquadri della fascia verticale rappresentano gli episodi conclusivi delle Storie della Vergine che sono stati elaborati nella tradizione medievale, in particolare dall’edizione scritta della Legenda Aurea del frate domenicano Jacopo da Varaze: la Dormitio, l’Assunzione al cielo e l’Incoronazione della Vergine.

La iconografía del tránsito de la Virgen deriva de la tradición mariológica francesa, como fue subrayado por Roberto Guerrini; en particular se la encuentra en los ciclos escultóricos de las grandes catedrales, como por ejemplo en Chatres y en París.

Las motivaciones doctrinarias de tal iconografía se remontan a las posiciones teológicas de San Bernardo de Chiaravalle (una de las personalidades más importantes del Medievo), que había afirmado con fuerza la Asunción de la Virgen al cielo, alma y cuerpo.

Aclarada la proveniencia geográfica e iconográfica del tema, hay que preguntarse cuales han sido los esquemas iconográficos a cuyos Duccio se inspiró para la escena de la vidriera.

Antes de dar una respuesta, es necesario recordar que propio en los años 80 del siglo XIII (los mismos años en los cuales relase la vidriera senesa), en Assisi la Basílica de San Francisco viene decorada en las paredes absidales con un ciclo de “pinturas” con las Historias de la Virgen. En la década precedente al ciclo de las historias marianas, Assisi había visto trabajar algunas maestranzas transalpinas en la realización de las vidrieras de la iglesia.

El ciclo de las Historias de la Virgen en Assisi es, a esta altura, unánimamente atribuido al grande pintor florentino Cimabue.

Haciendo una compraración entre las historias de Assisi y aquellas de Siena se comprende, que por su vidriera, Duccio apreció a las historias pintadas por Cimabue: el trono de la incoronación en los vidrios seneses remite aquello de Assisi (FIG 2), como por ejemplo en la pose frontal del espaldar y en la misma decoración con motivos octogonales.

Sin embargo, todavía son evidentes las “inseguridades” de Duccio en la representación “espacial” del trono, donde la presentación frontal de Cristo, de la Virgen y del respaldar, no encuentran coherencia con los brazales y el supedáneo (FIG 3) , representados todavía en transversal, según aquello que era considerado un esquema tradicional en pintura.

Tales irresoluciones se reencuentran también en la escena del primer recuadro, con el Seppellimento della Vergine (Sepultura de la Virgen), donde el lado posterior del sepulcro asume una posición que no le permitirá nunca de juntarse con una de las paredes laterales del sepulcro, como observó Luciano Bellosi .

Las inseguridades en la búsqueda “espacial” no se pueden exponer a la incapacidad de Duccio a renovarse, más bien a la cultura figurativa de los artistas del tiempo, hecha de experimentos y atrevimientos de “perspectiva” que alcanzarán un nivel de coherencia formal sólo en la generación sucesiva a Cimabue:  es decir, aquella de Giotto.

Ahora quiero concentrarme en particular en el recuadro central de la vidriera duccesca, donde está representada precisamente la Asunción (FIG 4).

El artista repropone el ejemplo cimabuesco, con la Virgen circundada en una almendra, reinterpretandolo con unas soluciones personales. La almendra se convierte en un espacio habitable, donde la virgen encuentra espacio para estar sentada sobre un asiento. Tal expediente “tridimensional” se encuentra también en la escena assisiate del Ricongiungimento della Vergine con il figlio(Reunificación de la Virgen con el hijo).

 Pero en la vidriera senésa, la Virgen es la única figura presente en la almendra; está sentada al centro y la entera estructura del trono/almendra está siendo transportada al cielo por los ángeles. La virgen es representada frontalmente (una impostación que se halla en toda la tradición figurativa precedente, en particular en la miniatura), pero los pies della Virgen están puesto sobre diferentes niveles. Ésto produce una ondulación en la parte del manto que se apoya sobre las piernas. Se crea así un juego de claroscuro, sabiamente modulado por el artífice del vidrio, que hace intuir la profundidad de la figura.

El manto azul y la vestidura color violeta oscuro, tienen pliegues que confieren dinamismo a los contornos de la Virgen; además el manto cae también sobre el plano del asiento: eso nos sugiere un espacio detrás de la figura dando, al mismto tiempo, una consistencia plástica a la Virgen que emerge de la Almendra-Trono.

La posa solemne e hierática de María podría proceder, a mi parecer, de la tradición de la miniatura del siglo XIII, aunque aún no he sido capaz de individuar los modelos precisos de referimiento.

Según las observaciones hechas por Roberto Guerrini en un ensayo , los precedentes indirectos de tal fórmula podrían individuarse en la escultura francesa del siglo XII, en particular Guerrini menciona las obras del Maestro de Cabestany (FIG5), que se encuentran en la homónima localidad del sur de los Pirineos franceses.

Entonces, una vez más, sería francesa el origen, no sólo teológica sino también iconográfica, de la Virgen representada en el interior de una almendra, como el Cristo de la Parusía (este motivo se repite en las representaciones del Juício Final). De cualquier modo es bastante noto el hecho de que los artistas italianos, en particular aquellos seneses, fueran particularmente sensibles a las novedades estilísticas y figurátivas que provenían de Francia y que circulaban en el territorio italinao a través de las miniaturas, esculturas de marfíl, objectos de orfebrería y libretas.

Concluyo mi discurso recordadondo a los visitantes de la Catedral de Siena que, si puede resultar casi imposible observar en detalle la vidriera del abside (por via de la notable distancia que se encuentra entre el ápice del abside y el piso), no tienen que preocuparse: la vidriera colacada en el abside es solo una copia. La original está conservada en el cercano Museo dell’Opera del Duomo. Aquí la vidriera, puesta a altura de los pies, puede ser admirada en todo su esplendor de colores y en sus mínimos particulares.

1] A.Bagnoli, R.Bartalini, L.Bellosi, M.Laclotte (a cura di), Duccio, alle origini della pittura senese, Catalogo della Mostra, Silvana Editoriale, Milano, 2003, pp.166-180;

 Marilena Caciorgna, Roberto Guerrini, Alma Sena : percorsi iconografici nell’arte e nella cultura senese: assunta, buon governo, credo, virtu e fortuna, biografia dipinta, Monte dei Paschi di Siena Gruppo MPS, Siena, 2007, p.12;